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Don Antero

miércoles, 24 de agosto de 2011

Homenajes

6 de agosto, en el Día de la Caballería

Conmemorándose los 100 años de José María Arguedas, me hicieron recordar algunos de mis familiares, que mi abuelo Antero Dejo León, había nacido en el mismo año. Eso por su puesto, me llevo a curiosear en el álbum familiar, hacer algunas averiguaciones, acordarme de las reuniones que se hacían en casa, lugar donde se habló muchas veces de aquel lejano abuelo, al que llamaba Papilla, y al que solamente recuerdo diciéndome que” no lamiera la sopa con la lengua, pues "una señorita no hacía eso”, con apenas 3 años, solamente recuerdo su zalamera sonrisa y sus ojos expresivos. Después tuve que fantasear, a partir de las anécdotas que se daban siempre a la hora de cocinar o comer. Siempre fogón de por medio, siempre mesa de mantel bien servida. Y las risotadas estentóreas de todos mis tíos haciendo chacota de los políticos y nombrando si venía la ocasión al “Generalísimo”.

Siendo mi familia, por parte de madre, de la ciudad de Chiclayo y de San Pedro de Lloc (La Libertad), no es extrañar que aquellas reuniones estuvieran llenas del picorcito propio del norte. Sobre todo porque mis tías pasaron una buena temporada en la ciudad de Sullana, disfrutando del sol en las chacras, junto a la acequia, jugueteando junto a los pájaros ruidosos, echadas, mirando aquel cielo despejado. Ellas, siempre me contaban que el Papilla viajaba siempre, que era destacado en diferentes ciudades de Lima y que inclusive siguió un curso en los Estados Unidos.

El 6 de Agosto, se celebra el Día de la Caballería. Mi abuelo llegó a ser General de Brigada y claro esto nos llena de orgullo, no cualquiera llega a ocupar aquel puesto, ni tampoco a ser Sub-Director del CAEM.
He podido encontrar algunos recortes periodísticos del Diario El Tiempo de Piura, fechado uno el 6 de Agosto de 1965, cuando se cumplía el 45 aniversario del Regimiento de Caballería N° 7, al cual pertenecía don Antero, en el cual aparece además una foto del mismo, muy circunspecto, haciendo honor a sus insignias. En dicho artículo se encontraron datos relacionados con ciertos levantamientos de indígenas, sofocados por el RC7, a saber:

1914 Traslado a Huacho para sofocar una revuelta al mando del Tnte. Coronel Francisco Ferrecio.

1915 Sofocación del movimiento de Ayavirí, cuando se encontraba al mando del regimiento de caballería N° 9, al mando e José A. Vallejo, lugar en que se instaló además una guarnición en la ciudad de Sicuani.

1916 Traslado a Huacho a restablecer el orden público.

1931 Se produce la famosa huelga en los “asientos petroleros”.

1932 retorna a Sullana al mando del Regimiento de Caballería N° 7, asumiendo la jefatura el Comandante Jerónimo Santiváñez Tupac Yupanqui. Debemos añadir además que el RC7, como se le conoce al Regimiento de Caballería N° 7, se creó en el año de 1920 en la ciudad de Lima, y que en el transcurso de su existencia fue trasladándose, conforme lo pueden observar en el párrafo anterior.

1941 El RC7 intervino en el conflicto con Ecuador formando parte del destacamento Macará. Logrando rechazar a las tropas ecuatorianas en la zona de Vadeal, se lograron tomar 2 banderas, 11 fusiles y mucha munición.

El Ejército Peruano, representado, en este caso por la Caballería es quien estuvo a cargo de los sofocamientos que se tuvieron que realizar en diferentes ciudades del Perú. He querido resaltar estas fechas, por parecerme parte de la Historia de nuestro país, que muchas veces ha sido nido de ideas contrarias y donde la irreconcialización de las partes era imposible. Pero este año, en el año de José María Arguedas, aunque el gobierno del anterior presidente haya querido silenciar a este excelente autor, que rescato nuestras costumbres que aparecen manifiestas en la tradición oral, y aunque parezca extraño, me parece que mi abuelo y Arguedas hubieran coincidido en muchos juicios, debido a que ambos se preocupaban del pueblo a su manera. En este años, que está dedicado a Todas Las Sangres, he querido recordar a mi abuelo, un hombre respetuoso de la ley y de los hombres, que dedicó toda su vida a su familia y a su país, cumpliendo con su deber, cuando la circunstancia lo requería. Mi padre, que en paz descanse, conoció a mi abuelo, ellos se llevaban muy bien, mi padre, migrante de las serranías de Ancash (Callejón de Conchucos), tenía, cuando el trabajo lo permitía largas y amenas conversaciones con mi abuelo, a quien respetaba mucho. Además don Antero, siempre se refería cariñosamente a mi padre afirmando: “Este Cholo es bueno”.

En estos días, donde la reconciliación debe ser el lema de nuestra patria, he querido recordar a mi abuelo, a mi padre, a Arguedas, que siendo peruanos respetuosos de nuestras diferencias, recordaron siempre que la unión hace la fuerza.
Hablando de otros temas acordes a lo ya escrito, debo compartir con Ustedes más datos sobre don Antero Dejo León. Nacido en Chiclayo un 12 de Febrero de 1911, es de ascendencia China, su padre, que cambió su nombre al de Alberto, era oriundo de Hong-Kong, como lo comprueba la partida de nacimiento del mismo. Es pues, por esa ascendencia, que mi abuelo siempre se caracterizó por la paciencia, la constancia, y cuya alegría se manifestó en la fiestas familiares, pues gustaba mucho de bailar el tango, caballero circunspecto, pero bromista, cuando la ocasión lo ameritaba, resaltaba entre el resto de los tíos, pues imponía respeto, a él todos acudían en pos de algún consejo, según me refirieron algunos tíos. Mi abuelo tuvo una vida bastante dura en sus inicios, pues su madre falleció cuando apenas era un niño y su padre se mantenía alejado de la familia debido al trabajo, por lo que él y sus siete hermanos fueron llevados con diferentes tíos, logrando sobrevivir a las circunstancias de la vida. Muchas veces doña Clarita Dejo León, quien vivió hasta sus 86 años, nos hablaba del episodio con marcas de tristeza en sus ojos.
Este caballero norteño, es pues ejemplo de perseverancia, de heroísmo, pues participo también en el conflicto del Ecuador. Además debemos agregar que uno de los tres generales que dieron el discurso de honor a José A. Quiñones, cuando fue enterrado, mismo que aparece en el libro dedicado al mismo, y que se encuentra en mi poder.

Continuando sobre nuestro tema, debemos resaltar además de la cualidad de orador, don Antero, mi abuelo era un conocedor de la culinaria, combinando la herencia china y la chiclayana, para dar fruto a una mezcla colorida y jugosa de sabores insuperables, según refiere su hija Bertha. Ella nos cuenta una anécdota al respecto. Dice que estando mi abuelo de viaje por Piura, se alojó en el Hotel de Turistas, pidió que le sirvieran su pescado frito, pero a este le faltaba salsa, es decir, no estaba jugoso, inmediatamente, fue a la cocina y se puso a preparar él mismo, sartén en mano, una salsa, cuyo secreto no revelaremos, pero que desde entonces, fue servida en este antiguo hotel, apareciendo en la carta con el nombre de “Salsa a lo Dejo”. No se espera, además, menos de un norteño, aún mis tíos y tías, incluyendo mi madre, llevan esa vena picosa norteña, pues nunca falta un buen lenguado en la mesa, su encebollado a lo oriental, herencia de mi abuelo y de tantos tíos, como el recordado Manuel Dejo, quien fue motivo de un artículo sobre cocina y otros, que aparecieron en el Diario “La Industria” de Chiclayo.

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